• En octubre pasado cumplió 100 años. A grandes rasgos, como se presentaría a si mismo.

Siempre he sido una persona muy activa en el ámbito profesional, excursionista y socio del FC Barcelona, ​​coleccionista, hombre de familia y con muchos buenos amigos... Pero, sobre todo, estoy satisfecho de haber donado sangre hasta 132 veces (casi 66 litros), desde los 18 años, contando sólo las veces que aparecen registradas. Doy sangre porque es una manera de dar salud y un acto solidario y de generosidad. En casa me inculcaron el deber de ayudar al prójimo.

• En términos de salud, usted optó hace ya 35 años por Assistència. ¿Por qué? ¿Qué valoración hace?

Mi hermano me recomendó la entidad y toda la familia nos dimos de alta, también mis hijos y nietos, que nacieron en el Hospital de Barcelona. Tanto yo, con 100 años, como mi esposa, con 97, estamos muy bien para nuestra edad. La verdad es que estamos muy contentos.

• Este invierno Montserrat, su esposa, ha sufrido una fractura de fémur y ha tenido que pasar un tiempo en el Hospital de Barcelona, ​​debido a algunas complicaciones. Ahora se encuentra mucho mejor y, ya en casa, continúa la fase final de la recuperación. Como usuaria del PAPPA, los servicios médicos le atienden a domicilio, evitando desplazamientos y quebraderos de cabeza.

Efectivamente, en casa estamos tan bien como siempre y, si lo necesitamos, como parte del seguimiento rutinario, recibimos al médico y la enfermera, que controlan lo que sea necesario. Yo paso tiempo poniendo orden en mis colecciones de sellos, postales y botellas en miniatura, y Montserrat pinta y toca el piano, y recibimos las visitas de nuestros seres queridos.

• Hoy en día la medicina ha experimentado avances extraordinarios y la calidad de vida de las personas mayores ha mejorado muchísimo. Habiendo ejercido como sanitario durante la Guerra Civil, y como pionero de la donación de sangre, se puede decir que usted siempre ha tenido un vínculo especial con la atención sanitaria.

La guerra fue una experiencia de las que marcan la vida. Un día, mientras recogía a un compañero herido, lanzaron una granada que explotó al lado de donde yo estaba y como resultado tengo una gran cicatriz en el lado izquierdo del cráneo. Di sangre por primera vez en el frente republicano del Ebro y, a raíz de esta experiencia, durante dos años ayudé recogiendo y curando a heridos. No había medios: ¡llevábamos la sangre al hospital de Gandesa en botes de cristal y me sacaban hasta dos veces al mes! Al finalizar el conflicto, después de volver a Barcelona, ​​me reclutaron de nuevo y pasé tres años más de soldado, esta vez en Burgos, donde también hice de sanitario.

• Y, después de una larga vida, en su madurez ha invertido mucho tiempo en promover la donación de sangre, como acto altruista.

He participado y ayudado a organizar varias maratones de donación de sangre, ayudé al Dr. Lluch del Hospital de Sant Pau a poner en marcha una asociación de donantes voluntarios... Incluso en 1976 conseguimos que Correos emitiese una serie de sellos para animar la donación de sangre en toda España. Lo he vivido como un acto normal, un hábito de salud... Al igual que somos de Assistència, a mi familia todos son donantes de sangre, hijos y nietos.